Con ocho novelas, dos volúmenes de cuentos, dos ensayos, y una biografía en su haber, Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) se ha convertido en una de las voces más sólidas de la literatura en español, cuya producción le ha valido numerosas distinciones, otorgadas en diferentes países. Entre otras, el premio Roger Callois por el conjunto de su obra, el de la Real Academia por Las reputaciones, -que fue también finalista del Bienal de Novela Vargas Llosa-, el Nacional de Periodismo Simón Bolivar -en dos ocasiones-, y el Alfaguara de Novela por El ruido de las cosas al caer. Asimismo, Vásquez -que ha vivido en París, Las Ardenas y Barcelona antes de regresar a su ciudad natal, donde hoy habita-, es traductor e imparte cursos en universidades de todo el mundo, y fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, y recibió la Cruz Oficial de la Orden de Isabel la Católica.
Con Joseph Conrad como uno de sus santos patronos, a quien dedicó una magnífica biografía, Joseph Conrad. El hombre de ninguna parte, y convirtió en personaje de su novela Historia secreta de Costaguana, el escritor bogotano ha mostrado siempre una gran ambición en su obra, en la que muchas veces se entrecruzan vidas personales y colectivas, pues considera que la Historia y la política marcan en gran medida el devenir individual, así como el peso del pasado, vivo en el presente, en una muy lograda simbiosis entre ficción pura y no ficción, manejada de manera particular. Precisamente en Volver la vista atrás se aprecian de marcada manera estos dos elementos, ya que, como advierte el propio Vásquez en una Nota final, “es una obra de ficción, pero no hay en ella episodios imaginarios”.
La nueva novela de Juan Gabriel Vásquez, cuyo título lo toma del célebre poema de Antonio Machado “Caminante no hay camino”, nos cuenta, en efecto, hechos reales de la vida de una persona real y de su familia: el director de cine colombiano Sergio Cabrera (Medellín, 1950). El propio Cabrera, como explica Vásquez, es el que le proporciona el material a lo largo de siete años de encuentros y más de treinta horas de conversaciones grabadas, incontables correos y mensajes de texto, además de la exhaustiva consulta de sus archivos privados en los que, señala Vásquez, “consulté documentos cuya supervivencia inverosímil me pareció una prueba más de la testarudez del pasado, y mientras escribía otros libros estuve buscando en las sombras la forma que más le convenía a éste”.
El director de cine Sergio Cabrera (Foto: elcolombiano.com)
Las sombras se despejaron definitivamente en un momento dramático para el mundo con el estallido de la pandemia. Vásquez se contagió, aunque no tuvo que ingresar en el hospital: “Ahora estoy convencido de que la escritura dio orden y propósito a los días a los días caóticos de la cuarentena, y en más de un sentido me permitió conservar una cierta cordura en medio de aquella vida centrífuga. En otras palabras, ordenar un pasado ajeno fue la manera más eficaz de lidiar con el desorden de mi presente”.
La novela arranca en octubre de 2016, cuando Cabrera ha sido invitado en Barcelona a una retrospectiva de su obra. El cineasta acepta, pero antes de desplazarse a la Ciudad Condal aprovecha para pasar unos días en Lisboa, donde se encontraban su hija Amalia y su mujer Silvia, en unos momentos en los que el matrimonio atravesaba una crisis. Y no va a ser solo esto a lo que el creador de filmes como La estrategia del caracol o Perder es cuestión de método, entre otros, deberá hacer frente. Recibe una llamada que le anuncia que su padre ha sufrido un accidente. Al levantarse bruscamente del sofá sufrió un desvanecimiento. Su padre tenía buena salud, pero sus 92 años no perdonan. Tras debatirse entre la vida y la muerte, finalmente fallece. Los organizadores de la retrospectiva le dicen que entenderán perfectamente que regrese a Bogotá. Pero Sergio Cabrera decide permanecer en Barcelona. En ese volver la vista atrás se nos irá revelando las complejas relaciones con su padre y el peso de su personalidad, así como la vida de este, Fausto Cabrera, exiliado a consecuencia de la Guerra Civil española, y que, tras pasar por varios países hispanoamericanos, se establece en Colombia, donde fue un destacado actor y director teatral. Precisamente en la película La estrategia del caracol de su hijo Sergio, tendría un papel protagonista en la figura de un exiliado español, de credo revolucionario.
Fausto Cabrera con sus hijos Marianella y Sergio en Beijing. Fausto era profesor de español.
Pero antes de convertirse en cineasta, Sergio Cabrera pasó su adolescencia en la China de la Revolución Cultural, donde su familia vivió un tiempo, pues su padre había sido contratado por el gobierno chino. Y también Sergio Cabrera se enroló unos años en el Ejército Popular de Liberación colombiano.
Con el gran pulso novelístico que le caracteriza, Juan Gabriel Vásquez nos relata unas existencias con no poco de convulsas que atraviesan momentos históricos igualmente convulsos.
Tomado de: El Imparcial
Héctor Abad Faciolince y Juan Gabriel Vásquez (Foto: elcolombiano.com)
Las heridas sangrantes de la Historia
Por Martín Parra Olave (cineyliteratura.cl, 2021)
Juan Gabriel Vasquéz (Bogotá, 1973) es uno de los escritores posboom latinoamericano, que ha logrado apartarse de la sombra que ejerció durante décadas, Gabriel García Márquez sobre sus compatriotas.
Su novela más conocida es El ruido de las cosas al caer (2011), por la que recibió, entre otras distinciones, el Premio Alfaguara de Novela y el premio literario internacional Impac de Dublín. Volver la vista atrás (Alfaguara, 2021) es su último trabajo.
En más de 450 páginas se relata la aventura del director de cine Sergio Cabrera por parte de un amigo muy cercano. El título es tomado de un verso de Antonio Machado, y la historia se centra en los años revolucionarios de Cabrera dentro de la guerrilla en Colombia.
Sergio Cabrera (derecha) en los años 70.
A través de este trabajo se desprende todo el peso ideológico que tuvo el padre del cineasta en su vida, Fausto Cabrera, quien lo educó en una clara posición revolucionaria frente al mundo y la sociedad.
Sin embargo, es esta también la historia de una fuga, de un exilio, con hechos reales que relatan el drama vivido por su familia republicana desde cuando su padre se ve obligado a huir de España, siendo todavía un niño, pues fueron víctimas de la persecución franquista.
Este viaje obligado forzó a la familia a pasar por varios países latinoamericanos antes de encontrar la residencia definitiva en Colombia.
Una violencia secular
La vida de la familia Cabrera se entrelaza con acontecimientos claves de la historia mundial y local. En sus páginas se pueden vislumbrar todos los desastres y horrores que cometieron las dictaduras de Hitler, Mussolini y Franco, que obligan a miles de europeos a huir de la guerra, a padecer el desarraigo y emprender la exilio hacia Latinoamérica, esto aparte de los millones de seres humanos que perdieron la vida, ya sea en los campos de concentración o en los campos de batalla.
Toda guerra ya sea civil o contra otros países genera innumerables consecuencias para cada sociedad involucrada. Estos tristes acontecimientos no se cierran ni terminan con el cese de las hostilidades, sino por el contrario, las heridas que se generaron a partir de esto permanecen abiertas y sangrantes durante décadas.
Juan Gabriel Vásquez se ha especializado en narrar o novelar ciertos hechos asociados a la violencia o a actos que marcaron un antes y un después en la sociedad. Ya en su novela La forma de las ruinas (2015), nos hablaba de todas las transformaciones y consecuencias que tuvieron para la sociedad colombiana los asesinatos de Rafael Uribe en 1914 y de Jorge Eliécer Gaitán en 1948.
Ambos magnicidios son considerados las piedras fundantes de toda la violencia que ha mantenido en vilo a la sociedad cafetera durante décadas.
Jorge Eliécer Gaitán. Dirigente político colombiano cuyo asesinato el 9 de abril de 1948 provocó el movimiento popular conocido como el Bogotazo
Una de las premisas que han guiado la escritura del autor colombiano es: “extraer los significados ocultos de los acontecimientos, esculpir la esencia de lo que sucedió”, en este sentido, el desafío es para el lector, quien al sumergirse en las páginas de Volver la vista atrás no solamente se va a encontrar con una historia fluida y muy bien narrada, sino que por el contrario, lo que debería hallar, son preguntas sin respuestas, reflexiones del más variado tipo, que apuntan a mirar con ojos críticos acontecimientos históricos que parecen estar cerrados, pero que sin embargo, sus consecuencias siguen colándose por las vidas de nuestra sociedad contempóranea.
En consecuencia, este libro es una muestra más del manejo técnico de Juan Gabriel Vásquez, cuya labor y disciplina escritural, se reflejan en una obra sólidamente construida, con personajes apasionantes, que sin lugar a dudas engancharán al lector desde sus primeras páginas.
Foto: bbc.com
Volver la vista atrás y ganarse un premio
Por Juan Alcaraz (El Colombiano)
Después de un silencio, el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez responde que la noche del 26 de octubre sí logró dormir tranquilo tras recibir el Premio de Novela Mario Vargas Llosa en México. Fue un momento que lo dejó satisfecho. Fue, además, un espaldarazo para el libro con el que ganó: Volver la vista atrás (Alfaguara 2020).
Es una obra íntima y social que reconstruye la infancia y adolescencia del director de cine Sergio Cabrera (nacido en Medellín hace 71 años). Es una revelación, también. Es recordar los hechos (reales) que marcaron a la familia Cabrera y su relación con las ideas extremas: Fausto, el padre de Sergio, a los 15 años salió exiliado de la guerra civil española y llegó a Latinoamérica, luego pasó por la China revolucionaria donde dictó clases de español; también se narra el paso de esta familia por los movimientos armados en Colombia en los años 60 y su salida de estos después de sufrir muchas heridas físicas y psicológicas.
Volver la vista atrás tiene 475 páginas, es un libro pesado, con una portada misteriosa: hay una imagen de unas escaleras que parecieran no van a ningún lado, alumbradas por una luz tenue. Son como unas escaleras infinitas.
Sergio Cabrera y Juan Gabriel Vásquez (foto: rialta.org)
¿Cómo nació su amistad con Sergio Cabrera?
Nos presentó hace mucho tiempo, quizás a principios de siglo, no recuerdo exactamente, el escritor Santiago Gamboa, que es un amigo común, un amigo mío y amigo de Sergio mucho antes de que Sergio y yo nos conociéramos. Durante los primeros años nos encontrábamos casualmente muy esporádicamente hasta que yo volví a Colombia en 2012 y coincidió también con una nueva etapa de vida de él, había regresado de Madrid a vivir a Bogotá, entonces ahí nos fuimos viendo con más frecuencia y muy pronto me di cuenta, hablando con él en plan casual, de que su vida era una vida exótica y aventurera y fascinante, pero no era solo eso sino que además tenía una historia importante y eso fue lo que quise contar. Me parecía estar hablando con un libro mío con cara y ojos, era como una encarnación perfecta de todas mis obsesiones.
¿Y cuáles fueron esos elementos de la vida de Sergio que lo animaron a escribir?
Por un lado el hecho de ilustrar tantos episodios conflictivos y difíciles del siglo XX, contar, sin inventar ningún episodio, la guerra civil española, el exilio republicano en América Latina, el surgimiento de las ideas comunistas en Latinoamérica, la China de Mao Zedong y la revolución cultural que son unos años fascinantes, y los movimientos armados en Colombia.
A finales de la década de los 80, las FARC intentaron juntar fuerzas con los otros grupos guerrilleros de izquierda en la llamada Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. (foto: bbc.com)
¿Por qué quiso hacer esa mezcla de elementos?
A mí lo que me ha interesado en todas mis novelas desde Los informantes es lo mismo, tratar de explorar la manera como las grandes fuerzas de la historia y la política se meten en nuestras vidas íntimas y las trastornan y nos arrastran.
Detrás también hubo una investigación, ¿cómo recopiló toda esa información?
La primera fuente fueron las palabras y la memoria de Sergio que es prodigiosa, es un narrador, una persona muy culta, me explicó su paso por el siglo XX muy llena de información. Mi trabajo periodístico consistió en confirmar lo que él me decía, hacer la investigación de archivo y documentos que incluye leer novelas chinas sobre la guerra civil que me permiten un conocimiento de esos momentos que la historia no da. Fui documentando los momentos que Sergio atravesaba para construirlos rigurosamente.
Sergio Cabrera con 13 años durante una visita a China.
También hay algo que usted llama imaginación moral, ¿qué quiere decir eso?
Es esa capacidad de figurarnos la realidad de otro, meternos en la cabeza, las sensaciones, los movimientos de la sensibilidad de otra persona con algo que podemos llamar empatía aunque la palabra no esté de moda y provoque cierto cinismo. Esa es la invitación que hace el género de la novela, un intento de ponernos en los zapatos del otro, instalarnos en una consciencia del otro, nos pide imaginar cómo sería ver el mundo desde esos ojos.
Fue un ejercicio de escritura con mucha responsabilidad, era contar una vida ajena.
Sí. Antes había escrito novelas con personajes reales, pero nunca había escrito una sobre personajes reales, vivos, que fueran mis amigos y salieran con nombre y apellido, eso exigía exactamente una gran responsabilidad con la que yo tenía que responder a la confianza que me dieron contándome su historia. Sergio y su hermana Marianella no han ido por la vida divulgando esos momentos difíciles de su pasado porque han sido difíciles.
¿Hizo algún acuerdo con Sergio?
Sí.
¿Cuál?
Yo podía escribir la novela con total libertad, pero luego se la debía dar a él para que reconsiderara cosas en algún momento si quería.
¿Le censuró alguna parte de lo contado, de lo que ya había escrito?
No. No hizo nada de eso, más bien la novela le generó nuevos recuerdos, ampliar ciertas historias. Fue un proceso fascinante que se debió al hecho de que él entendió, y yo también, que hacer todo este proceso tan largo y complicado para maquillar su vida no tenía sentido, solo tenía sentido si contábamos toda la verdad y nada más que la verdad.
Golpe de estadio (1999). Sátira de Sergio Cabrera sobre el enfrentamiento entre guerrilla y militares en su país.
No logró hablar con Fausto, el padre de los Cabrera, ¿qué le faltó al no haber tenido esa conversación con él?
El tratamiento que hice con Fausto fue imaginarlo por dentro, cómo es vivir el mundo desde su punto de vista y desde su biografía y las experiencias que lo marcaron. Contaba con los testimonios de otra gente, hay muchos textos por ahí desperdigados en la literatura colombiana y en el periodismo sobre Fausto, también me apoyé en un libro de memorias que él escribió. En la novela no hay nada inventado, pero sí hay una interpretación.
¿Tiene pensado llevar esta novela al cine?
Sí, sería un privilegio y más si Sergio la pudiera dirigir, sería de justicia para él después de haberme confiado sus experiencias, me parecería bellísimo. Por supuesto que tenemos ese proyecto.
Sergio Cabrera, la periodista Montserrat Domínguez y Juan Gabriel Vásquez (foto: espaciofundacion telefonica.com)
En Volver la vista atrás no solo hay palabras, el lector se encuentra, además, con una galería de fotos a blanco y negro, con recuerdos de la familia Cabrera: los viajes a Francia de Fausto cuando era niño; del Sergio adolescente mientras leía una tarde en Pekín. También hay cartas, como esta que Marianella escribió durante sus días en China:
“1968.1.28. Hoy es mi día de descanso, todos los demás han vuelto para el festival de primavera, pero yo no me voy, pasaré estas vacaciones en la fábrica. Creo que durante estos días lo mejor que puedo hacer es hacer algo de servicio a la gente”.
Cuando llegó la pandemia a Colombia, Juan Gabriel Vásquez tenía escritas 20 páginas de este libro. Él fue uno de los primeros casos de covid-19 registrados en el país: al principio le dieron un diagnóstico equivocado. Fueron meses de mucha incertidumbre y de una cierta angustia.
¿Vio en la escritura de Volver la vista atrás un refugio en medio del encierro?
Sí, la novela fue un refugio y al final del libro lo digo, ordenar la vida de Sergio Cabrera fue una manera extraordinaria de lidiar con el desorden de mi propia vida, y eso también me pareció una suerte.
Para saber máis:
Entrevista con Juan Gabriel Vásquez para a BBC
Entrevista con Juan Gabriel Vásquez para o xornal dixital Criterio
Entrevista en Youtube para a canle Casa Amèrica Catalunya
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