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Dende Outubro 2010

Atrás Documentación "Denuncia inmediata" de Jeffrey Eugenides


Foto: alchetron.com

Sexo y dinero

En Denuncia inmediata se reúnen cuentos escritos entre finales de los años 80 y 2017, en los que Jeffrey Eugenides entremezcla calculada crueldad, dilemas sexuales y problemas económicos.

Por Rodrigo Fresán (Página 12, 2018)

Ya lo dije: por un lado están los libros con cuentos y por otro los libros de cuentos. Los primeros son esos volúmenes que recopilan obra dispersa y ocasional y en ocasiones alimenticia para financiar el proyecto más ambicioso de una novela. Los segundos –a pesar de estar compuestos por piezas cortas– acaban conformando objetos fascinantes y orgánicos que combinan lo mejor del suspiro breve y del largo aliento. Pensar en títulos como Hijo de Jesús de Denis Johnson o Cosas que debes saber de A. M. Homes o La vida después de Dios de Douglas Coupland o Autoayuda de Lorrie Moore.

Denuncia inmediata de Jeffrey Eugenides (Detroit, 1969) pertenece clara e inconfundiblemente a la primera –y acaso menos interesante pero necesaria– categoría a la hora de completar el frente y perfil de un autor más que interesante. Y al igual que no hace mucho lo hiciera El ángel esmeralda de Don DeLillo, lo que ofrece Denuncia inmediata es una suerte de visita privilegiada al sótano-taller de Eugenides (tan parecido a aquel en el que las fatales hermanas Lisbon organizaban sus fiestas adolescentes y danzantes) donde se nos invita a añadir una decena de Lados B, arrimes, demos, rarezas, ensayos o versiones alternativas –producidas entre 1988 y 2017– a los ya admirados greatest hits. Lo de DeLillo –tal vez por contar con una visión más personal y una dicción más reconocible a la hora de entender un mundo marcado por la paranoia y el terror– podía resultar más intrigante de entrada. Eugenides –en cambio– es alguien menos personal y más amplio en lo que hace a sus intereses.


 

Y Eugenides ha sido, también, el menos prolífico de los narradores de una camada (que incluye a Michael Chabon y a Jonathan Franzen y a Jonathan Lethem y a Rick Moody y a David Foster Wallace entre otros) que escribe bastante rápido y casi siempre muy bien. Pero Eugenides cuenta con la medalla irrepetible y el estigma bendito de haber debutado en la cumbre con algo a lo que poco y nada cuesta calificar de perfecto (Las vírgenes suicidas; y cuando digo “perfecto” me refiero aquí a la perfección de El gran Gatsby, La invención de Morel, Lolita o Crónica de una muerte anunciada) y de haber continuado su camino con las justamente alabadas pero, sí, también imperfectas Middlesex (Premio Pulitzer) y La trama nupcial.

Denuncia inmediata está mucho más cerca de las segundas que de la primera (de hecho varios de sus cuentos remiten directamente a cuestiones y situaciones posteriormente puestas en escena en las novelas) y reparte sus intereses entre –acaso dos de los temas que suelen marcar a fuego y hielo buena parte de las preocupaciones de los norteamericanos– dilemas sexuales y problemas económicos. También, hay alguno que retrata la decadencia de un matrimonio con sus materiales irrevocablemente fatigados por la crisis financiera. Y hay un clavicordio de la discordia a pagar en mensualidades y música country y ratoncitos que al ser metidos en el micro ondas despiden un delicioso perfume y disentería y diarrea y cartas y visitas a los padres y una colecta de semen y las tonterías del mundo académico y tribus exóticas y cosmólogos indios a seducir y demencia senil y jardines descuidados que recuerdan un poco a aquellos de John Cheever pero sin demasiado espacio para el lirismo y la epifanía. Eugenides –la apertura con “Quejas” y el cierre con “Denuncia inmediata” son los puntos altos de la colección y también, buena noticia, los textos más recientes– opta por una cierta y siempre exacta crueldad sin redención para sus personajes. Y distingue todo esto con puntos de vista interesantes aunque, por momentos, demasiado fríos y calculados y calculadores aunque no demasiado apartados de las automáticas y reflejas normas establecidas por la narrativa Made in The New Yorker. Así, Denuncia inmediata no es una pérdida de tiempo pero sí parece querer ganarlo. Y acabamos subiendo desde este sótano underground con tantas pero tantas ganas de que se nos invite a ascender al gran salón en el que –esperemos que no demore mucho más– Eugenides sacará a bailar, para que bailemos con ella, a su próxima novela.

 


 

Jeffrey Eugenides: la frustración era esto

El escritor norteamericano actúa en esta colección de relatos con la misma meticulosidad que en sus novelas

Por Sergi Sánchez (El Periódico, 2018)

Vale como ejemplo el mejor cuento del volumen, 'Correo aéreo', conducido por uno de los protagonistas de la subestimada 'La trama nupcial', la tercera y magnífica novela de Jeffrey Eugenides. Es un relato en verdad hermoso, y muy perturbador, no solo porque el lector nunca sabe si el autor está criticando o celebrando la iluminación de Mitchell, que, en una isla tailandesa y devorado por la disentería, cree entender cuál es la esencia del universo, situándose entre la locura cósmica y la conciencia absoluta de su finitud, sino porque en la escritura que describe su viaje celestial y/o infernal hay una comprensión, y una compasión, que va más allá de las palabras. Puede ser que Mitchell encarne una manera de ser capitalista, como el músico que hipoteca su bienestar y el de su familia por un clavicordio que no puede permitirse en 'Música antigua' o el agente literario dispuesto a cometer un desfalco en 'Magno experimento'. Podría parecer que las preocupaciones económicas de la prosa de Eugenides tienen su origen en la crisis de 2008, pero lo cierto es que los 10 relatos de este estupendo volumen abrazan un periodo que va desde 1988 hasta 2017, y no están ordenados cronológicamente, para evitar la interpretación de un arco evolutivo -léase cualitativo- en la obra de su autor, y para esquivar análisis sociológicamente simplones, aunque uno de sus personajes juegue a comentar 'La democracia en América' de Tocqueville.

¿Y entonces? A Eugenides le gusta desafiar categorías y etiquetas, y a veces incluso ponerse en peligro. En algún relato parece asomar el morro del sexismo ('Jeringa de cocina'), aunque conviene no confundir la voz del narrador, resentido con una exnovia a la que retrata como inmadura e insensible, o incluso se atreve a poner el dedo en la llaga de la herida del #metoo de una forma harto incómoda antes de que el movimiento se extendiera como la pólvora ('Denuncia inmediata', en la que una estudiante india acusa de falsa violación a un profesor universitario para librarse de un matrimonio concertado). Hay otros en los que Eugenides se muestra un tanto perezoso, como en 'La vulva oracular', relato que aparecerá, más o menos literalmente, en su sobrevalorado premio Pulitzer, 'Middlesex'. En todo caso, el total dominio de la técnica clásica del cuento norteamericano atraviesa todas las páginas de la colección, y uno intuye que la lentitud de Eugenides como novelista -tres títulos en 18 años- debe de ser la misma que como cuentista, porque la precisión de los ritmos y estructuras de sus relatos pertenece a los que entienden la literatura como una carrera de fondo.

 


Foto: theglobeandmail.com

Jeffrey Eugenides: historias breves sobre la reconstrucción de la identidad masculina

Con “Denuncia inmediata”, su nuevo libro de relatos, el autor estadounidense de “Las vírgenes suicidas” arma un rompecabezas en el que ciencia, feminismo y dinero son las piezas para entender la nueva “crisis de la masculinidad”

Por Nicolás Mavrakis (infobae, 2018)

Pocos escritores han sostenido una pregunta tan constante y sensible sobre lo que significa sentirse hombre o sentirse mujer como el estadounidense Jeffrey Eugenides (1960). De hecho, escritos entre 1988 y 2017, los diez cuentos publicados ahora en Denuncia inmediata (Anagrama) repiten en una escala microscópica las mismas inquietudes con las que Eugenides ha construido novelas tan ambiciosas como Las vírgenes suicidas (1993), Middlesex (2002) y La trama nupcial (2011).

Entonces, ¿cómo se forman las identidades masculinas y femeninas? ¿Cuánto dificultan las ciencias biológicas y las tradiciones culturales la tarea de afrontar las realidades de la sexualidad humana? ¿Y en qué medida, además, influye en estas discusiones la trama siempre silenciada del dinero? Si estas preguntas sintetizan las peripecias de Denuncia inmediata, es también la prolongada coherencia de Eugenides con su proyecto literario lo que desvanece cualquier sospecha de oportunismo al enfocarse en lo que hoy, en pleno auge de una nueva serie de reivindicaciones feministas, significa "ser un hombre".

Interrogado sobre esta "crisis de la masculinidad" por el diario español El País, Eugenides aprovechó para aclarar que la pregunta sobre la identidad masculina no se opone "a lo que está sucediendo" —en alusión al movimiento feminista #MeToo—, sino que retoma el delicado problema de vincular al horizonte masculino una sensibilidad emocional acorde a las demandas de cambio. En especial cuando, según Eugenides, en lugar de entender qué actitudes son realmente nocivas, muchos adolescentes crecen mientras oyen hablar sobre una "masculinidad tóxica" que hace "inherentemente negativo" el hecho de ser varón.


 

"No creo que eso sea de ayuda para nadie", dice Eugenides. Convertido en el núcleo de la novela Middlesex, en la que se retrata a una adolescente hermafrodita que deberá decidir bajo qué sexualidad llevará adelante su vida, y también de la novela La trama nupcial, en la que un triángulo amoroso se define al compás de lo que las teorías literarias entienden como "un matrimonio feliz", esta discusión acerca de la reconstrucción de las identidades sexuales reaparece en una de las mejores historias de Denuncia inmediata: La vulva oracular, fechada en 1995.

La vulva oracular cuenta a partir del descubrimiento de la encima 5-alfa-reductasa —cuyo déficit provoca el pseudohermafroditismo en hombres— el modo en que, hasta mediados del siglo pasado, la ciencia tenía el poder irrevocable para definir las identidades sexuales. "Desde el siglo XIX, la medicina había seguido utilizando el mismo criterio diagnóstico sobre el sexo formulado por Edwin Klebs en 1876. Klebs mantenía que las gónadas de una persona determinaban su sexo. En los casos de género ambiguo, se examinaba el tejido gonadal al microscopio. Si el tejido era testicular, el individuo era varón; si ovárico, mujer".

Lo que descubre en los años sesenta del siglo XX el célebre doctor Peter Luce, protagonista de La vulva oracular —el título de su exitosa columna en Playboy—, es que los padres ya no están dispuestos a aceptar en silencio estos fríos dictámenes sobre la "intersexualidad" de sus hijos. "Cuanto más estudiaba y leía, más se convencía de que las categorías sacras de hombre y mujer no eran en realidad sino simulacros. En determinadas condiciones genéticas y hormonales, era sencillamente imposible decir cuál era el sexo de algunos recién nacidos. Pero los humanos, históricamente, se habían negado a aceptar la conclusión obvia". Hasta acá, entonces, Eugenides expone su reconocida capacidad para la investigación y para establecer a la vista del lector la hipótesis de su relato. Sin embargo, lo que sigue es su capacidad humorística para confrontar esas ideas con sus propias paradojas.


 

¿Qué ocurriría si el revolucionario director de la Clínica de Trastornos Sexuales e Identidad de Género de Nueva York, la institución con la que el doctor Luce quiere terminar con "dos mil años de tiranía sexual", visitara la costa Casuarina y conociera las extrañas costumbres de los aborígenes dawat? "Los varones dawat piensan que el contacto con las mujeres es altamente contaminante, y por lo tanto han concebido estructuras sociales encaminadas a limitar al máximo tal posibilidad de contagio. Hacen lo que tienen que hacer y se van lo antes posible. Según Randy, el antropólogo que habla su idioma, la palabra para vagina en dawat es, literalmente, esa cosa que en realidad no es buena", cuenta Luce mientras se sumerge en lo más terrible de una cultura donde "la denigración de la vagina lleva aparejada la exaltación de los órganos genitales masculinos".

La evolución, parece decirnos entonces Eugenides, aún cuando nos remita a la complicada historia de la sexualidad humana, es un "revoltijo de posibilidades cuyo progreso no se da mediante mejoras sucesivas sino mediante cambios, algunos buenos, algunos malos, y ninguno prefijado de antemano". Y es por eso por lo que incluso un salto tan emancipador como el realizado desde el determinismo científico hacia el determinismo cultural puede acarrear, también, una renovación de los malentendidos entre los sexos.


Jordan B. Peterson

Menos satírico y más real que los dawat narrados por Eugenides, un buen ejemplo para ilustrar estas nuevas disputas es el éxito del psicólogo clínico Jordan B. Peterson, un canadiense cuyo renombre creció en los últimos tiempos gracias a sus fuertes posiciones contra "las políticas de la identidad" que pretenden "derrumbar a Occidente". Con una mezcla tan seductora como esperpéntica de "biología evolutiva", "psicología del desarrollo" y misoginia, Peterson se hizo popular por repetirles a millones de varones adolescentes a través de YouTube inconsistencias tan flagrantes como que "la izquierda posmoderna y sus guerreras feministas han sepultado la biología bajo su ideología" y que "las feministas radicales no distinguen entre un hombre competente y un déspota".

Convencido (también) de que la masculinidad está en crisis, Peterson —al igual que otro polemista nacido y criado en las redes, Milo Yiannopoulos— es una excelente demostración de cómo la misma inquietud planteada por Jeffrey Eugenides puede derivar en formas grotescas de lo que el filósofo esloveno Slavoj Žižek define como "una actitud completamente ciega a los antagonismos internos y las inconsistencias del proyecto liberal en sí mismo".

En otras palabras, si la masculinidad se encuentra en crisis —y toda la obra literaria de Eugenides ayuda a entender por qué—, no es por las oscuras acciones de las "guerreras feministas" o la "izquierda posmoderna", sino por las frustraciones y los sentimientos de derrota arrastrados por lo que el autor de Denuncia inmediata describe como "una disparidad de la riqueza que nunca había sido tan grande como ahora".


 

Al incluir en esta discusión sobre la reconstrucción masculina al dinero y al mercado laboral, Eugenides le añade a una tradición de autores con intereses similares —entre los que se destacan desde Philip Roth hasta el noruego Karl Ove Knausgård— lo que el inglés Martin Amis estableció en novelas como Dinero (1984) y Perro callejero (2003): la masculinidad es algo más allá de la sociabilidad de los hombres y sus sensibilidades. Cuando se trata de masculinidad, lo que está verdaderamente en juego es el poder. Un deseo inevitable de supremacía que ahora, además, debe luchar para adaptarse a un nuevo escenario cultural y económico con espacios cada vez más amplios para las mujeres.


Foto: vulture.com

Jeffrey Eugenides: "Si vuelvo a las historias de dinero es porque he visto cómo va y viene en mi vida"

A 25 años de Las vírgenes suicidas, su celebrada primera novela, el ganador del Pulitzer publica en español el volumen de cuentos Denuncia inmediata. En algunos de ellos, el autor nacido en Detroit refleja la crisis que vivió EE.UU., de la que aún no se recupera.

Por Antonio Díaz Oliva (La Tercera, 2018)

Jeffrey Eugenides (1960) tenía 28 años y pasaba por un mal momento: estaba desempleado y su novia lo había dejado hacía poco. Llevaba tres años en San Francisco (donde vivía con su excompañero de universidad y también futuro escritor Rick Moody) y sintió que era hora de reinventarse. Puso unas pocas pertenencias en un auto viejo y cruzó Estados Unidos de costa a costa, rumbo a Nueva York.

Fue entonces, en medio de ese road trip, cuando Eugenides se enteró de que una pequeña revista literaria, The Gettysburg Review, había aceptado uno de sus relatos: Huertos caprichosos. Era 1989 y esta sería la primera de una serie de publicaciones que lo llevarían a convertirse en uno de los nombres claves de una generación que también incluye a David Foster Wallace y a Jonathan Franzen.

"Nunca, en toda mi carrera, he estado tan emocionado como entonces", recuerda Eugenides desde Nueva Jersey, donde vive y da clases en la Universidad de Princeton. "Okey, bueno, ganar el Pulitzer fue más emocionante", bromea sobre el premio que en 2003 recibió gracias a su novela Middlesex. "Pero el momento en que te publican algo por primera vez es una de las mejores experiencias del mundo. Se pasa de ser un don nadie a tener, por lo menos, algo que mostrar y que te valide como escritor. Por eso, todavía estoy eternamente agradecido con ese editor, Peter Stitt, por ponerle ojo a mi cuento".

Treinta años más tarde, Eugenides regresó a ese y otros relatos iniciales (y a algunos más recientes). El resultado de ese proceso es Denuncia inmediata, su primera colección de cuentos, publicada el año pasado en Estados Unidos y que llegará a Chile bajo el sello Anagrama (traducción de Jesús Zulaika Goicoechea). Es el cuarto libro de Eugenides después de una tríada de exitosas novelas: Las vírgenes suicidas, de 1993; Middlesex, publicada en 2002, y La trama nupcial, de 2011. La primera fue exitosamente adaptada al cine con la dirección de Sofia Coppola, y si bien los derechos de los otros dos libros están en poder de importantes productoras hace ya un tiempo, todavía no se filman.


 

Jeffrey Eugenides cita a Vladimir Nabokov, Milan Kundera, J.D. Salinger y Alice Munro como algunas de las influencias tras la escritura de estos cuentos. Denuncia inmediata consta de diez relatos que ahondan en la complejidad de las relaciones humanas. Ahí están, por ejemplo, una mujer al borde de los 40 años, decidida a quedar embarazada (sea como sea) y que, por eso, le pide ayuda a su mejor amigo; un poeta fracasado que trabaja en la editorial de un antiguo pornógrafo y traduce textos sobre teoría política; un músico que toca el clavicordio e intenta, sin demasiado éxito, combinar su arte con su papel de esposo y padre, y aquella mujer que visita a una vieja amiga que padece Alzheimer y le regala un libro que ambas adoraban en su juventud.

El trasfondo de algunos de los relatos que integran Denuncia inmediata refleja el Estados Unidos que pasó por una severa crisis y que todavía no se recupera del todo. También, cómo esto ha afectado a distintas capas sociales. Eugenides, de hecho, nació en Detroit, la cuna de la industria automovilística estadounidense, que pasó de ser la ciudad con mayor ingreso per cápita a declararse, en 2013, en bancarrota.

"Hace poco volví de visita", cuenta. "Y la ciudad está experimentando algo parecido a un renacimiento; o, por lo menos, en su zona céntrica. Hay mucha actividad, construcciones nuevas, restaurantes y bares que abren. La gente de los suburbios se está mudando a la ciudad, algo que no sucedía a menudo en los años 70. Se siente un verdadero espíritu optimista. En un momento, pasé por una gran fábrica en remodelación y hablé con un trabajador de la construcción: resultó que la Ford Motor Company estaba restaurando el sitio, que había estado abandonado durante años".


Ruinas de edificios en Detroit

Su novela Middlesex se puede leer como un homenaje a Detroit. ¿Cree que la ciudad se recuperará?

Hay avances. Por ejemplo, las calles están más iluminadas y uno se siente más seguro en el centro de la ciudad. Aunque, asimismo, hay que decir que esto no se extiende por todo Detroit. Todavía es posible conducir millas y millas y observar el deterioro urbano por el que ha pasado la ciudad. Así que, si bien creo que se está en la dirección correcta, la verdad es que no se sabe hasta dónde llegara esta buena racha.

Muchas de los cuentos de Denuncia inmediata tratan acerca de gente desesperada que toma decisiones drásticas para sobrevivir. ¿Había temas que le interesaba explorar con este libro?

Nunca pienso en "temas" cuando estoy escribiendo. Los temas son para las clases de literatura: una forma de hablar de libros y reducirlos a una sola idea. Pese a eso, es verdad que algunas reseñas y críticas han señalado lo mismo que dices. Así que tal vez ahora, a la distancia, puedo ver que estos son cuentos sobre personajes enfrentados a dificultades económicas.

De todas formas, el dinero como una fuerza centrífuga, que así como puede salvar vidas puede acabar con ellas, aparece en varios de estos cuentos…

Puede ser. Si a menudo vuelvo a las historias de dinero, o de su ausencia, es porque he visto cómo este va y viene en mi propia vida. Mi madre creció en la pobreza extrema. Y mi padre nació en una familia de inmigrantes para quienes la vida también era una lucha; y durante su vida hizo una fortuna y luego la perdió. Todo eso me dejó una vívida impresión de lo que significa la bancarrota, especialmente después de pasar por tiempos de abundancia.


 

En Denuncia inmediata hay cuentos que escribió en los años 80, otros de los 90 y hasta uno del 2017. ¿Cómo fue el proceso de selección y revisión?

He estado escribiendo cuentos durante toda mi vida como escritor profesional (e incluso antes de "profesionalizarme"). La mayoría nunca ha visto la luz. Pero, gradualmente, desde mi primera historia publicada que apareció antes de mi primera novela, en 1989, hasta dos historias terminadas el año pasado, finalmente tuve suficiente material para armar una colección. En general, he invertido la mayor parte de mi tiempo y de mi energía en novelas. O así era, por lo menos, hasta hace poco.

Todos estos relatos tienen, al final de la página, la fecha en que se escribieron o en que se publicaron en revistas literarias. ¿Cuál fue su intención tras esto?

Quiero que el lector sepa cuándo se escribió cada historia, para que él o ella vea mi progresión como escritor. Es una de las intenciones de este libro. De ahí que fecharlos me pareciera la manera más honesta de entregar esa información.

Este libro viene luego de la publicación de tres novelas. ¿Sintió, al revisar y escribir alguno de estos cuentos, que debía dejar de lado sus habilidades de novelista?

La escritura novelística se coló por ahí. Siempre estoy trabajando en dos o tres cosas a la vez, así que, mientras escribía el último de los cuentos que aparece en este libro, también jugaba con algunas ideas de largo aliento, una de las cuales, sin ir más lejos, será la premisa de mi próximo libro. De hecho, la primera parte ya apareció en The New Yorker hace unos meses bajo el título "Bronce".


Foto: Jimmy Kets (jimmykets.be)

Uno de los relatos incluidos en este libro (Jeringa de cocina) se adaptó al cine como una comedia romántica con Jennifer Aniston y Jason Bateman, estrenada en Chile como Papá por accidente. ¿Qué le pareció el resultado?

Mi cuento es aproximadamente solo el primer tercio de la trama de The switch, que es la película que mencionas. El guionista lo usó como punto de partida para una historia más larga. Y, bueno, muchas cosas cambiaron en el camino.

¿Y qué puede contar sobre la adaptación de su novela La trama nupcial? Tengo entendido que usted escribió el guión.

Sí, adapté la novela con el director de la película, Greg Mottola (Supercool, Adventureland). Pero no creo que vaya a llegar a nada concreto, cosa que ocurre a menudo en el mundo del cine. Por eso prefiero dedicarme a la literatura; porque así, por lo menos tengo control sobre el resultado final.

 

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