La novela donde todo es mentira y todo es verdad
(cadenaser.com, 2022)
Emmanuel Carrère nació en París en 1957. Es un extraordinario escritor sobre todo de obras de no ficción. Es el autor de Una novela rusa, De vidas ajenas, Limónov (galardonada con el Prix des Prix a la mejor novela francesa), El Reino, Una semana en la nieve o la extraordinaria biografía de Philip K. Dick Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Su última obra es V13. En 2021 recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
El adversario cuenta una historia terrible, pero lo hace desde una reflexión transcendente que nos invita a entender, a ir más allá. Es una novela magníficamente estructurada, estremecedora, tal vez porque sabemos que todo es verdad y que todo es mentira.
Emmanuel Carrère, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2021 (foto: rtve)
Uno de los casos más duros de la historia de Francia
Como señala Alba R. Prieto en Zenda, el¿true crime¿está de moda, aunque lleva con nosotros desde finales de los años 50. Su ópera prima, más conocida como "nuevo periodismo" o "novela testimonial", fue Operación Masacre, del argentino Rodolfo Walsh. Aun así, el hito mundial que todos recordamos lo consiguió Truman Capote con¿A sangre fría. El adversario relata uno de los casos más duros de la historia gala. Carrère mantiene la objetividad que produce la distancia con el protagonista. Se cartea con él con el único fin de contar lo que sabe y profundizar en la¿memoria¿de Jean-Claude, en su yo —que se iguala al del autor— y en su condición humana para intentar entender qué ocurrió y adentrarse en sus motivaciones.
Como escribe Marc Bassets en Babelia, podría argumentarse que el antecedente de El adversario¿es otro, menos evidente que A sangre fría: El extranjero,¿de Albert Camus, también la historia —en este caso ficticia— de un asesinato y una condena. Ambos libros se parecen por los abismos existenciales a los que ambos relatos arrojan. Y por los protagonistas: Meursault y Romand, dos hombres solitarios, enigmáticos, arrastrados en su vaivén vital por quién sabe qué fuerzas. Uno mató porque hacía calor y el sol pegaba fuerte; el otro, porque un día no se presentó a un examen y esto abrió las compuertas a una catarata de mentiras que desembocó en una matanza.
La figura de Satán
Señala Jesús Marcos Carcedo en El Adelantado, que el análisis de Carrère del carácter de¿Romand¿se hace a través de una multitud de referencias de orden trascendental que enriquecen la narración con provocadoras sugerencias. El impacto causado por los crímenes en el vecindario nos lleva ya desde el principio a penetrar en una atmósfera en la que se tambalea todo aquello en lo que se asienta la seguridad de la gente.
Carrère¿recurre a la figura bíblica de¿Satán,¿el¿Adversario¿por antonomasia, que los padres de¿Romand habrían visto encarnado en su propio hijo, para inducirnos a la consideración de todo lo que implica la gélida y estremecedora presencia del mal entre nosotros. Jean-Claude Romand, tras 26 años en la cárcel de Châteauroux obtuvo la libertad condicional el 28 de junio de 2019, y se dirigió a la Abadía de Fontgombault, una abadía benedictina del siglo XI que sigue la liturgia previa al Concilio Vaticano II, donde tiene previsto vivir.
(foto: eluniversal.com.mx, AFP)
"El adversario" de Emmanuel Carrère
Reseña de Carlos Marín Blázquez (librosobrelibro.com)
Cuando el escritor francés Emmanuel Carrère conoció los detalles que habían rodeado los asesinatos cometidos el 9 de enero de 1993 por Jean-Claude Romand, decidió que quería escribir la historia de un suceso que, por sus características particularmente atroces, había conmocionado a toda Francia. Envió entonces una carta a Romand -quien en aquel momento se hallaba a la espera de juicio- acuciado por una necesidad interior que el propio autor explica en estos términos: “La pregunta que me empujaba a escribir un libro no podían responderla los testigos ni el juez de instrucción ni los peritos psiquiatras, sino el propio Romand, puesto que estaba vivo, o nadie. Al cabo de seis meses de vacilaciones, resolví escribirle por mediación de su abogado. Es la carta más difícil que he tenido que redactar en mi vida”.
La respuesta a tan arriesgada iniciativa se hizo esperar más de dos años, pero al cabo de ese tiempo Romand accedió a contarle su versión de lo acaecido. Fruto de esa relación entre el escritor y el asesino, así como del acopio de datos que siguió al esclarecimiento del crimen, surgió El adversario. La mezcla de elementos reales con otros que el autor no tiene más remedio que extraer de su imaginación permite adscribir el libro al género de novela de no ficción, paradójica etiqueta que encuentra su antecedente más exitoso en la célebre A sangre fría de Truman Capote. En ambos casos, la trama gira en torno a la reconstrucción de un crimen y la posterior indagación en los perfiles psicológicos de quienes los perpetraron. No obstante, lo que otorga a El adversario un componente singularmente estremecedor es el hecho de que las víctimas de Romand eran todos miembros de su propia familia.
Así pues, el misterio sobre el que se sostiene el libro gira en torno al detonante que pudo llevar a un hombre a quitarles la vida, en el curso de unas pocas horas, a su mujer, sus dos hijos de siete y cinco años de edad y a sus ancianos padres, para a continuación escenificar una tentativa de suicidio acerca de la cual siempre persistirán las dudas sobre si de verdad puso todo su interés en culminarla con éxito. Con el desvelamiento de la identidad de las víctimas no estoy comprometiendo el interés de la trama, pues se trata de hechos de los que el lector queda informado a poco de comenzar el libro. Es la posterior inmersión en los abismos psicopáticos del protagonista, en la que Carrère toma como punto de partida el testimonio de Romand a la vez que abre el campo de las hipótesis a un variado abanico de perspectivas, lo que cautiva nuestra atención.
Romand prendió fue a la casa donde cometió sus crímenes (foto: Getty Images)
Los detalles escabrosos, pues, importan mucho menos que la búsqueda de la raíz del mal. El sensacionalismo primario en el quizá hubiera degenerado una materia tan delicada, queda, en manos de Carrère, sorteado por la descripción minuciosa y expertamente graduada de la peripecia de un individuo afable y apocado y que, no obstante su aparente falta de doblez, durante dieciocho años consiguió llevar una doble vida sin suscitar en su círculo más íntimo una aislada sombra de sospecha. Sin duda, hay que buscar la clave para explicar el éxito de un fraude tan prolongado en la naturalidad con la que el protagonista, a partir de una mentira inicial que marcará el giro definitivo en su vida, se sume en una vorágine de falsedades que logran encumbrarlo a una altura que nada tiene que ver con la realidad de sus méritos. El sostenimiento de semejante impostura requerirá de una fuerza de voluntad y una sangre fría pasmosas. Pero hay también en el núcleo de esta historia sórdida y terrible una crítica velada a lo deleznable de una sociedad que no sólo se muestra incapaz de ver más allá de las apariencias, sino que parece deseosa de dejarse atrapar por ellas, de dar por bueno todo aquello que se ubique dentro de los convencionalismos de la aceptabilidad y el triunfo sociales.
Jean-Claude Romand durante su juicio en 1996 (foto: AFP)
Vemos entonces en Romand como a un ser supeditado hasta extremos enfermizos a ese deseo obsesivo de reconocimiento que, una vez traspuestos todos los límites, lo arrastra a una deriva en la que él mismo hará lo posible para reconocerse como víctima. La reflexión del narrador resulta muy significativa en ese sentido: “Él hubiese preferido sufrir de veras un cáncer que la mentira –pues la mentira era una enfermedad, con su etiología, sus riesgos de metástasis, su pronóstico reservado-, pero el destino había querido que contrajese la enfermedad de la mentira, y no era culpa suya haberla contraído”. Con la introducción del concepto de culpa nos percatamos de que empezamos a pisar un terreno problemático. Al efectuar el pormenorizado relato de los hechos, Carrère acierta a guardar la distancia justa entre la fría objetividad del cronista y la implicación emocional del ser humano que no puede dejar de ser. Su intención no es en modo alguno insinuar un dictamen absolutorio sobre el autor de unos crímenes tan horrendos. Sin embargo, sí es cierto que sobre la tentación de juzgar prevalece su necesidad de comprender. Comprender los entresijos de una personalidad que en algún momento de su vida, quizá entre los dieciocho y los veinte años, quedó fatalmente deslumbrada por el descubrimiento de su talento para la manipulación y la mentira, y optó por la invención de un mundo que nació condenado a desmoronarse.
Fotografías de la ficha policial de Jean-Claude Romand (crimetraveller.org)
Escribe Carrère: “Es imposible pensar en esta historia sin decirse que hay un misterio y una explicación oculta. Pero el misterio consiste en que no hay explicación y en que, por inverosímil que parezca, las cosas fueron así”. Los delirios de Jean-Claude Romand -el hombre mesurado al que sus allegados no dudaron en confiar sus ahorros, el interlocutor calmoso y atento, el padre y marido solícito, el amigo sensato y fiel- se cobraron, en el instante en que comprendió que su enrevesado universo de mentiras estaba a punto de saltar por los aires, las vidas de cinco inocentes. En 1996 fue sentenciado a cadena perpetua, con un cumplimiento de condena de al menos 22 años. En 2019 salió en libertad.
Emmanuel Carrère: el yo literario como principio y fin
por Adolfo Torrecilla (aceprensa.com, 2021)
Director de cine, guionista y escritor, Emmanuel Carrère (París, 1957), nuevo Premio Princesa de Asturias de las Letras, es autor de ensayos, biografías, reportajes, novelas y un grupo de obras –las más conocidas– que encajan en el género de la autoficción, del que se ha convertido en una de las voces más prestigiosas. Así puede apreciarse en su obra Yoga, que, sin embargo, ha provocado que el autor francés haya decidido dar por finalizada esta etapa de su trayectoria literaria.
Como novelista, Carrère se inició con Bravura (1984), donde mezcla la fantasía, la realidad y la ficción en una novela que transcurre por diferentes episodios históricos. El bigote (1986) es una obra con un planteamiento original: el protagonista decide afeitarse su bigote y descubre que nadie se da cuenta de este hecho; al contrario, nadie pensaba que lo tuviera, lo que le provoca una aguda crisis de identidad.
Después publicó la biografía novelada Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos (1993), dedicada a uno de sus escritores favoritos, el autor de ciencia-ficción Philip K. Dick. Una semana en la nieve (1995) es una novela en la que el realismo y un soterrado terror traspasan las peripecias, inventadas o no, que vive un niño en sus vacaciones en un campamento de esquí.
Autoficción y reportaje
Tras esta obra hay un drástico cambio en su manera de enfocar la literatura. En 2000, con El adversario, uno de sus libros más celebrados, comienza a emplear las técnicas de la autoficción y del nuevo periodismo. El adversario se centra en un caso real: el asesinato que cometió en 1993 Jean-Claude Romand de su mujer, sus dos hijos y sus padres. La novela cuenta el largo historial de embustes del asesino, que llevó una doble identidad durante dieciocho años. Carrère conoció por la prensa estos hechos y decidió escribir un libro. Para ello, asistió a todas las sesiones del juicio, conoció de primera mano los testimonios, visitó los lugares que frecuentó Romand, se carteó con el asesino, le visitó en alguna ocasión en la cárcel… El autor francés se introduce en el relato contando sus pesquisas y las conclusiones que va extrayendo de lo que sale a relucir en el proceso.
A continuación publicó Una novela rusa (2007), en la que el autor y narrador se convierte en protagonista del libro, contando un año de su vida. Con un intimismo crudo y radical, Carrère fuerza el relato autobiográfico. En 2009 aparece De vidas ajenas, donde decide contar la vida de unas personas que conoce, aunque el yo del autor sigue traspasando todo el libro.
Otra de sus grandes obras es Limónov (2012). En ella, vuelve a mezclar de manera atrayente e ingeniosa los géneros literarios para contar la biografía de un personaje real, desmesurado, Limónov, un exiliado ruso, constante viajero, que se mueve por los bajos fondos de diferentes ciudades, escribe novelas y, asqueado del mundo capitalista, funda el Partido Bolchevique. Acaba en la cárcel, pero no abandona una ideología caótica repleta de surrealistas contradicciones. Carrère, hijo de la historiadora Hélène Carrère d’Encausse, especializada en el régimen soviético, realiza una radiografía anárquica de la Rusia actual sirviéndose de un esperpéntico personaje. Este libro tuvo muchísimo éxito en todo el mundo.
En El Reino (2015) vuelve a convertir sus propias peripecias en la principal materia narrativa del libro. En este caso, cuenta su conversión al catolicismo tras un periodo de profunda depresión y su posterior desencanto y decepción. La obra incluye un personalísimo y parcial análisis de los Hechos de los Apóstoles.
Al año siguiente publicó Calais (2016), un reportaje sobre la incidencia de la inmigración en esta ciudad francesa.
En Yoga (2020) cuenta diferentes episodios de su vida, como su pasión por el yoga, la muerte de uno de sus mejores amigos, su caída en una profunda depresión y su colaboración en algunas actividades solidarias.
Una mirada muy personal
Carrère ha conseguido ser uno de los máximos representantes de una renovadora manera de narrar que combina el relato biográfico con los recursos del reportaje periodístico. Su literatura resulta muy amena por la facilidad que tiene para indagar en su propia intimidad y en cuestiones reales y cercanas a los lectores.
Es cierto que, a veces, el peso del yo ahoga y cercena las posibilidades literarias de los asuntos que está contando, traspasados continuamente por una única y dominante manera de mirar la realidad, obsesiva y subjetiva, que puede incluso llevar a manipular esa realidad en detrimento de otros personajes. Aborda, además, cuestiones muy actuales, aunque las muestre de una manera cómodamente crítica y a veces superficial, aunque no den esa apariencia.
Pero su estilo ofrece un individualismo novedoso que plantea interesantes retos narrativos. Además, es capaz de descubrir en la realidad insólitos personajes que le sirven de modelo para ofrecer una atrevida disección de las luces y sombras de la cultura contemporánea.
La obra más reciente de Emmanuel Carrère es V13 (2022), sobre el atentado contra la sala Bataclan en París en 2015 y el posterior juicio.
Para saber máis:
Entrevista en BBC News Mundo (2021)
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