Los caballos de Dios
Por Luis García Montero (infolibre.es, 2016)
Respetar al otro significa una tarea más compleja de lo que sugieren los estribillos de lo políticamente correcto. Se nos llena la boca de la palabra “otro”. La pronunciamos con educación para sentirnos bien con nosotros mismos. Y cerramos de forma consoladora los conflictos. Pero cuando existen distancias, resulta imprescindible mirar de frente al conflicto para no caer ni en un colonialismo disfrazado, ni en una mentira. Ponerse en el lugar del otro significa a menudo dejar al otro sin lugar. En sentido contrario, la fe en que todo el mundo es bueno es la cara amable de una mentira a la moda: todos son iguales, esa canción de barra de bar que sirve para establecer el descrédito o la ley de la sospecha sobre cualquier realidad.
Es mejor mirar de frente al conflicto. Así lo hace el novelista marroquí Mahi Binebine en Los caballos de Dios, el libro que recibió en 2010 el Premio de Novela Árabe y que ahora edita en España Alfaguara. Su realismo descarnado es un mirar de frente, un contar con la ayuda de la ficción, pero sin velos, un modo de narrar con sencillez cuidada las experiencias de vida que pueden desembocar en el terror.
Fotograma de la versión cinematográfica dirigida por Nabil Ayouch (2012)
Mirar de frente no es un acto de complicidad, sino un requisito de la voluntad de conocimiento. Mírame a la cara, dice quien nos quiere enfrentar de cerca a una vergüenza o a un juicio duro. La cercanía del amor consigue que veamos más cosas con los ojos cerrados. Binebine nos pide que miremos de frente, nos sitúa ante una realidad dura, pero lo hace con una forma de tensión literaria que es obligada a la serenidad. El tono particular de la narración se impone desde el principio cuando sabemos que nos habla un muerto, que las cosas se recuerdan con la serenidad de quien ya no vive. Esta distancia limita la pasión de las opiniones, pero es permeable a la melancolía y a la evidencia del sacrificio inútil. Se trata de alguien que ha sido incapaz de entender el significado de la vida.
¿Somos nosotros capaces de comprender al terrorista suicida? La narración no busca la complicidad, el perdón o la justificación, sino el conocimiento de una experiencia, la capacidad de vivir una historia desde el interior de los acontecimientos.
Mahi Binebine (foto: femmesdumaroc.com)
El 16 de mayo de 2003 se produjeron en Casablanca varios atentados en los que murieron 45 personas, entre ellas 12 terroristas suicidas. Un grupo de muchachos, con una edad entre 20 y 23 años, en conexión con Al Qaeda, hicieron estallar sus cinturones mortales en la Casa de España y en el hotel Farah. Los caballos de Dios narra las historias de algunos de estos jóvenes, desde su nacimiento en Sidi Moumen, una barriada de chabolas junto a un vertedero, hasta el momento de entrar en relación con el fundamentalismo islámico y de entregar su vida a una causa de paraísos criminales. La idea de acceder a Dios a través de la venganza necesita del resentimiento, pero también de una identidad particular formada en el desamparo. Las alianzas de una vida sin articulación legal responden a un tejido de lealtades y decisiones que abren poco a poco un verdadero abismo entre el sentimiento del bien y el mal y una posible conciencia cívica. El mandato de la supervivencia dibuja con una tinta de sombras la geografía de la vida, ya sea para iluminar la violencia salvaje, ya sea para imaginar el amor o la amistad. La desigualdad extrema es mal condimento para la mezcla de civilizaciones.
Ilustración del juicio llevado a cabo en París en 2007 contra los autores de los atentados de Casablanca (AFP/Benoit Peyrucq)
Mahi Binebine nos cuenta con una serenidad descarnada esta experiencia en la voz de un muerto. Recuerdos de una infancia con un vertedero al fondo que se convierte en lugar de supervivencia y en sedimento moral. Recuerdos de una pandilla que forma un equipo de fútbol y compone una alianza para sentir consuelo, no ya por el entretenimiento de unas horas, sino por el deseo de formar parte de algo. La vida más digna queda lejos y las familias están en permanente peligro de desarticulación. La violencia se cuela como una rata por las fisuras de la convivencia. Recuerdos de un emir y unos personajes que aprovechan las situaciones para ir creando lazos de devoción, intereses laborales, afectivos y económicos que se enredan a una causa. El rigor dependiente se asume con una normalidad cotidiana, igual que las humedades se apoderan de un sótano. Y, sobre todo, el testimonio de que cualquier totalitarismo se vive en primera persona, de que el yo es una experiencia en la que la irracionalidad es compatible con el amor, la soledad y el miedo. Hasta el último segundo quedan huecos para la duda. Los destinos escritos se mezclan con el azar. Asistir al propio entierro supone incluso tomar conciencia, gracias a una madre, de que cualquier ser humano, por grave que haya sido su crimen, no está nunca solo y significa una demanda de dignidad.
La buena literatura nos enseña a conocer la vida por dentro. Esta novela abre un mundo que suele quedar escondido al otro lado de las noticias.
Una trágica historia real reconstruida
Por Javier Fernández Arribas (atalayar.com, 2019)
Los caballos de Dios es una novela realista basada en la historia de los autores de los atentados terroristas de Casablanca, que tuvieron lugar el 16 de mayo de 2003. Murieron 45 personas y casi un centenar resultaron heridas. 12 de los fallecidos eran terroristas que procedían de las zonas de chabolas del popular barrio de Sidi Moumen, en Casablanca, y pertenecían a la organización salafista La Vía Recta, vinculada al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y a la red de Al Qaeda. El autor de la novela es el escritor y artista multidisciplinar marroquí Mahi Binebine (Marraquech, 1959), quien presentó su obra recientemente en Madrid. Binebine escribió su novela en francés y le puso como título ‘Les Étoiles de Sidi Moumen’ (Las Estrellas de Sidi Moumen). En España, Alfaguara la ha publicado en español como Los caballos de Dios, el mismo título que la película del director marroquí Nabil Ayouch, que ganó el Festival de Cine de Valladolid, la Seminci, en el año 2012. Binebine considera que su obra “es ficción total y realidad total”; es una novela que cuenta la trágica historia de unos jóvenes veinteañeros que murieron matando a seres inocentes a los que no conocían de nada.
Barriada de Sidi Moumen (Casablanca)
Eran terroristas, sin lugar a duda, se convirtieron en seres crueles, pero, como señala Binebine, “no eran monstruos, sino víctimas” de su propio fanatismo ideológico, de su cerrazón mental, y también de “las mafias religiosas” que manipulan el dolor ajeno y la miseria y las injusticias que el Estado marroquí ha sido incapaz de solucionar. Los terroristas que llevaron a cabo los atentados eran 14 jóvenes que se habían criado en Sidi Moumen. Malvivían en una zona de chabolas sin calles asfaltadas, ni alcantarillado, ni servicios públicos, rodeados de basura, sin perspectivas de futuro. El principal sustento económico de estos jóvenes era el vertedero del barrio. Eran presas fáciles de las redes criminales del salafismo combatiente, que convierten el islam en una caricatura y apuestan por el terrorismo con fines políticos y mafiosos.
Humor contra el terror
En el libro, Binebine utiliza recursos poéticos y hasta el humor para contar historias muy duras. Su objetivo es que los mensajes de la novela lleguen a los lectores. El autor de títulos como ‘Tierra de la sombra quemada’ y ‘La patera’ usa el humor para narrar una historia trágica, porque está convencido de que la situación social puede mejorar sustancialmente en Marruecos si hay suficiente voluntad política por parte de los gobernantes. La miseria no es una maldición. El fanatismo ideológico tampoco. El escritor, pintor y escultor marroquí está convencido de que “podemos salvar ese país”, porque “la sociedad civil es extraordinaria”. Yachine, Nabil, Fouad, Azzi, Khalil, eran los nombres de algunos de los terroristas de Sidi Moumen. Se conocieron de pequeños y se hicieron amigos jugando al fútbol. Crecieron en un ambiente hostil y de extrema pobreza; soñaron con un futuro más digno, y finalmente se dejaron embaucar por las redes salafistas y creyeron que alcanzarían el paraíso matando a inocentes y acabando con sus propias vidas. Pero el paraíso del terrorismo yihadista no existe, es una falacia. ‘Los caballos de Dios’ es una historia tremenda, brutal, pero necesaria, y alguien la tenía que contar.
Centro Cultural Les Êtoiles du Souss (Agadir), uno de los varios creados a raíz del éxito del libro y la película.
Educación y cultura
El autor de la novela está convencido de que a través de la educación y la cultura se puede frenar el fanatismo y ofrecer perspectivas vitales a las nuevas generaciones. Por eso decidió abrir un centro cultural en Casablanca que tiene el mismo nombre que el título original del libro, ‘Les Étoiles de Sidi Moumen’. Piensa hacer lo mismo en Fez, Tánger y Ouarzazate. Las proyecciones de películas, los talleres de música y las exposiciones son, para Binebine, un instrumento poderoso contra la manipulación de los sentimientos religiosos y las ganas de libertad y justicia social que llevan a cabo las redes criminales del yihadismo en Marruecos y en muchos otros países. El autor de ‘Los caballos de Dios’ señala que hay que “ayudar en el lugar de origen, para que se desarrolle, e impedir la emigración desesperada”, que una parte de la sociedad europea rechaza. En este sentido, Binebine denuncia la “gran hipocresía en Europa, incluso en España. Europa envejece y necesitan a los inmigrantes para pagar las pensiones”. Piensa que “Alemania lo ha entendido”, pero muchos otros países europeos no.
Representantes de las comunidades judía, musulmana y cristiana realizan un acto conjunto en recuerdo de las víctimas de los atentados. Casablanca 2023 (Galería de fotos. MEE)
Soluciones contra el yihadismo
El escritor advierte de que “se necesitan apenas dos años para crear una bomba humana”. Frente a esta terrible realidad, apuesta por una estrecha colaboración entre Europa y los países islámicos en vías de desarrollo, y recalca que el mundo musulmán también tiene que hacer sus deberes en ámbitos como el crecimiento económico, la justicia social, la educación y la democratización. Si no se alcanzan estos objetivos, se lamenta Binebine, ganarán la batalla los islamistas y los yihadistas. ¿Por qué? Según Binebine, porque “fueron los únicos que resistieron” a los regímenes dictatoriales y han sabido aprovecharse inteligentemente de la desesperación y la extrema pobreza de millones de personas. En una entrevista con el diario El País, Mahi Binebine recuerda que en la novela, el narrador, uno de los terroristas kamikazes que habla desde un lugar alejado del mundo de los vivos, dice que “vivir en Sidi Moumen ya era estar prácticamente muerto”.
“Quería conseguir la compasión del lector por el kamikaze. Muy a menudo el kamikaze es presentado como un monstruo. No se le intenta entender, es solo un asesino al que hay que matar. Lo que tenía ganas de decir es que al fin y al cabo es una víctima. No se puede justificar el terrorismo, pero sí entender por qué hay jóvenes que se quieren hacer explotar. Y es muy peligroso porque la frontera es muy fina”, cuenta Binebine, quien vive entre Marraquech y Nueva York. Abandonó París en 2002, cuando el ultraderechista Jean-Marie Le Pen logró estar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. El novelista opina que “cuando uno es un escritor del Sur, no tiene demasiado tiempo para mirarse el ombligo”. Es por eso que en 1999 publicó la novela sobre la inmigración ‘La patera’ (Akal).
La búsqueda del paraíso
Según dice a El País, vio entonces en los candidatos a la inmigración clandestina al mismo tipo de adolescentes y jóvenes que 16 años después se dejan engañar por las mafias del yihadismo en Sidi Moumen. “Es el mismo sueño: salir de donde están e ir a un sitio mejor”, se llame este el paraíso o una vida más digna en España, Francia o Italia Acaba la entrevista con una dosis de optimismo, porque “el país está cambiando para mejor”. Destaca Binebine: “El Marruecos de hoy no es como el de la época de Hasan II que conocí. Mi hermano pasó 18 años en Tazmamart (un centro penitenciario donde murieron muchos presos políticos), por lo que no tengo ninguna afinidad por el poder marroquí, pero si bien es cierto que la situación no está bien, no se puede negar que está mejor”. Como indica en un artículo periodístico el escritor Jordi Soler, la novela de Binebine “resulta imprescindible en estos tiempos en que el yihadismo monopoliza el terror del mundo occidental y orilla a los Gobiernos europeos, como antes lo hizo el de Estados Unidos, a improvisar medidas de seguridad, no siempre muy eficientes, que terminan afectando a la libertad de los ciudadanos”.
El camino al yihadismo
Nabil Ayouch adapta al cine el relato de Mahi Binebine
(decine21.com)
Ambiciosa película que adapta una novela de Mahi Binebine y discurre a lo largo de dos décadas. Intenta nada menos que explicar cómo unos chavales marroquíes pueden crecer hasta convertirse en fanáticos islamistas, dispuestos a autoinmolarse en un atentado terrorista que busca provocar decenas de víctimas mortales. Aunque los personajes están compuestos con libertad artística, la mirada apunta a los terribles ataques que conmocionaron a Casablanca, Marruecos, el 16 de mayo de 2003.
Fotograma de "Les chevaux de Dieu" (medias.unifrance.org)
Una dificultad objetiva del film que dirige Nabil Ayouch, consiste en explicar de un modo racional actitudes irracionales, y hacer justicia a las múltiples variables que afectan al modo en que una persona decide encauzar su existencia. De modo que acaba quedando en el espectador una sensación de que no se entienden las decisiones de los protagonistas, simplemente se nos muestran y debemos aceptarlo. En cualquier caso, se atrapa la inocencia infantil original, pero también cómo un entorno social y familiar de pobreza y exclusión puede conducir a una vida criminal y carente de alicientes; y se apunta a que ese nihilismo que va estrechando los horizontes vitales puede encontrar un agarradero en las cárceles, verdadero caladero de potenciales yihadistas. La visión trascendente de la vida que proporciona el islam, a la que se suman unas prácticas piadosas relativamente sencillas, la promesa del paraíso en la otra vida y una suerte de camaradería y de combate a las injusticias de los infieles, encuentra un poderoso caldo de cultivo para que justifiquen sus actos violentos los mencionados jóvenes sin fortuna.
Fotograma de "Les chevaux de Dieu"
Ayouch cuenta su historia sin prisas, a veces cansa, e incluso quiere añadir elementos sólo levemente apuntados –la atracción homosexual, por ejemplo, o un leve conato de romance muerto antes de nacer–, que resultan inconexos y poco matizados, quedando sólo en un "toque de color". Pero tiene mérito la tarea acometida por esta película, que fue recompensada con la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid.
Mahi Binebine es pintor, escultor, novelista y un miembro muy activo del tejido de la sociedad civil marroquí. Su obra pictórica le ha convertido en el artista plástico más internacional del Marruecos moderno, y su producción novelística –de expresión francesa– ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos también el castellano y el catalán. Sus novelas arrojan luz sobre las duras condiciones de vida de los sectores mas desfavorecidos de la población marroquí, tal y como demuestran Polen (Akal Literaria, 2003), Historias de Marrakech (Abada, 2005), Yo, bufón del rey (Alfaguara, 2018), Calle del Perdón (Alfaguara, 2021) o Mon frère fantôme (Le Fennec, 2022).
Su novela más célebre es Les Étoiles de Sidi Moumen, traducida al castellano como Los caballos de Dios (Alfaguara, 2016) y adaptada al cine por Nabil Ayouch con el título Les Cheveaux de Dieu. Premiada en Cannes en el año 2012, la película trata la cuestión del adoctrinamiento islamista en los barrios deprimidos de Casablanca, que provocó los mortíferos atentados terroristas del 16 de mayo de 2003. La novela y la película dieron pie a la creación de los Centres Culturels Les Étoiles que, de forma gratuita y al alcance de todos los jóvenes de los suburbios marroquíes, ofrecen acceso directo a la cultura. Ya se han abierto Les Étoiles en Casablanca, Tánger, Fez, Marrakech y Agadir.
Fuente: cccb.org
Para saber máis:
Ampla entrevista con Mahi Binebine en msur.es
Ficha de "Los caballos de Dios" (película) en Filmaffinity
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